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AYMARA

1. Introducción

Evo

Dibujo de Tiwanaku, por D’Orbigny.

Evo

La ceremonia de inauguración del presidente Evo Morales, en Tiwanaku.

¿Aymara describe una lengua, una cultura o una nación, o todos a la vez?

Cuando consideramos la identidad aymara bajo una lupa histórica, la evidencia sugiere que los hablantes de lenguas emparentadas con el aymara (a veces llamados los qulla) eran sobre todo los pastores andinos de camélidos de las tierras altas, a diferencia de las poblaciones de los valles cálidos (qhishwa o qhirwa) que hablaban más el qhishwa, quechua o runasimi. En el incario, en particular, se asocian las poblaciones aymaras con el pastoreo y sobre todo con la región del Qullasuyu, uno de los cuatro suyos de Tawantinsuyu, cuyo significado se refiere al manejo de las plantas y hierbas medicinales.

Entonces, es posible que en varias civilizaciones andinas, como plantea Kolata (2004) con referencia a las etapas tardías de Tiwanaku, los aymara hablantes estaban más asociados con el pastoreo, en tanto que otros grupos, como los hablantes de pukina y quechua serían los agricultores, y los uru hablantes los pescadores del lago y los ríos. En este caso, el “aymara” habría sido una categoría de trabajo y tributo, más que una identidad en sí.

El hecho de tener huellas de variedades de aymara, habladas en un territorio mucho más extenso que el actual, también señala la posibilidad de una región natal en común de esta lengua, pero no necesariamente una identidad étnica en común. Resumimos aquí algunos debates actuales en torno a estas preguntas, con referencia a fuentes históricas, etnográficas, arqueológicas, lingüísticas e históricas.

2. Los reinos aymaras

Mapa

Mapa: Los señoríos aymaras (según Bouysse-Cassagne 1987: 211, Fig. 13).

Durante el período colonial temprano la cuestión de identidad social todavía iba ligada a la pertenencia a un determinado ayllu o jatha, y a las confederaciones de ellos: en los llamados “reinos aymaras” de los Lupaka, Pakaji y Omasuyo, los Charka, Qharaqhara, Killakas Asanaqi y otros, con sus distintas características, variantes dialectales y formas de producción (Albó, 2002). Por una parte, la conformación de estos distintos reinos aymaras  era el resultado de la desintegración de Tiwanaku en unidades menores y, por otra, tuvo sus raíces en la designación de las provincias incaicas en un período posterior (Platt y otros, 2006).

Prontamente estas unidades políticas mayores iban a sufrir una serie de desestructuraciones coloniales y la división en unidades más manejables, sobre todo los pueblos de reducción y sus varios anexos, lo que en los siglos posteriores iban dividiéndose en los ayllus (y jathas) constituyentes que conocemos hoy.

Prontamente estas unidades políticas aymaras mayores iban a sufrir una serie de desestructuraciones coloniales y la división en unidades mayores más manejables, es decir en los ayllus (y jathas) constituyentes, más parecidos a aquellos que conocemos hoy.

 

3. Aymara en el período colonial

Guaman Poma

Fuente: Guaman Poma: Entiero de Colla suios
www.kb.dk

En el momento de la conquista la lengua aymara conjuntamente con el quechua y el pukina eran reconocidas como “lenguas generales” del Perú, aunque el quechua por su mayor expansión fue adoptada como lingua franca. Sólo en Charkas el aymara se convirtió en una “lengua general” (Yapita y López 2002a).

Durante el curso de la colonia el significado del término aymara iba cambiándose nuevamente, esta vez según los nuevos criterios demográficos, lingüísticos y fiscales del período. Primero se adaptó el término para referirse a las poblaciones de esta lengua, predominantemente rurales, que fueron reubicadas en la estructura política de los nuevos centros urbanos, llamados “reducciones”, con sus estancias satelitales. Hay aquellos que arguyen que “aymara” se volvió una categoría fiscal en esta etapa, asociada con las posibilidades de determinadas poblaciones de pagar un tributo de cierto nivel. Desde allí, la cuestión identitaria de pertenencia iba cambiando de una noción de filiación a una de residencia (Albó 2002). No obstante, según otros estudiosos, la evidencia no es suficiente para sostener que la categoría aymara haya tenido fines categoriales en la colonia, y más bien las identidades políticas iban realizándose y reconstruyéndose en el mismo seno de los ayllus (en la práctica de los cargos de autoridades civiles, políticas y rituales) y no tanto a nivel estatal.

4. Aymara en el período republicano

Cargador

"Indio" aymara de la región de la Paz. Pongo=Indio, que está vinculado a la gleba de una hacienda, pero que sin embargo cumple oficios temporalmente en la casa de su señor en la ciudad (Bolivia, 1876)
www.lablaa.org

En las repúblicas andinas el significado de los términos genéricos de “indio” o “indígena” iba transformándose según los criterios del nuevo orden social de estratificación racial y social. De allí, estas categorías raciales mayores iban articulándose con los criterios económico-sociales en nuevos paradigmas de identidad basados en el idioma y la vestimenta, el oficio y el lugar de residencia. Desde el lado oficial el aymara era simplemente una subcategoría de estas categorías mayores.

5. La identidad aymara moderna

Mapa

Mapa: Albó (2005)

Estos criterios más genéricos de pertenencia continuaron hasta los años 60 del siglo XX, cuando el sentimiento de pertenencia a una “identidad aymara” en común comenzó a crecer a partir de varios factores: entre ellos la experiencia en común de ser migrantes en barrios de hablantes de esta lengua en los centros urbanos en expansión, el surgimiento del movimiento político katarista con sus raíces aymaras, y la fuerza evangelizadora de la radio San Gabriel (La “Voz del pueblo aymara”) que logró unir un territorio virtual aymara en común.

Otros factores también inciden en esta nueva construcción de identidad aymara. Por su parte, algunos estudiosos de la lengua y cultura aymara de la época contribuyeron a esta construcción identitaria aymara más genérica con trabajos claves, por ejemplo: La identidad aymara (1987) de Thèrése Bouysse-Cassagne. Del lado estatal, el cartografiado de mapas lingüísticos también iba fusionando la identidad lingüística con la identidad étnica. Y con el uso del Internet (y los contactos realizados vía Aymarlista y otros sitios) los propios grupos aymaras de presión han podido expresar sus demandas identitarias a nivel global y, por esta misma vía, recibir el respaldo de la comunidad internacional.

6. ¿Una nación aymara?

Aymara

Nina Quispe por la “Sociedad República del Collasuyo” en los años 20s y 30s del siglo XX

Mallku

El “Mallku” Felipe Quispe, en 2000,
Foto de Anzo de Lucca.

Mapa

Mapas de ILCA de las circunscripciones indígenas (2004).

Mapa
Mapa del Vice Ministerio de descentralización.

El hablar de una “nación aymara”, donde inclusive se habla a nivel oficial la lengua del mismo nombre, es relativamente reciente. En los levantamientos de las poblaciones aymara hablantes en los siglos XVIII y XIX se hablaba más de una restauración de Qullasuyu, lo que oía nuevamente en los albores de la Independencia de los países andinos al inicio del siglo XIX. Sólo en el siglo XX, con las declaraciones en 1923 del lado peruano, se hablaba de una “República aymara” cuya capital iba a ser Wancho Lima. Nuevamente la idea más genérica del Qullasuyu iba a surgir en la propuesta del educador Nina Quispe por la “Sociedad República del Collasuyo” en los años 20s y 30s del siglo XX, y en 1956 se tuvo la proclamación de Laureano Machaka de fundar la ”República Aymara del Tahuantinsuyo”.

La identidad aymara como tal se define en el “Manifiesto de Tiwanaku” de 1973, y en la declaración personal de sentirse parte del “pueblo aymara” de Juan Condori Iruchi en 1976. Los discursos políticos del “Mallku” Felipe Quispe del año 2000, líder del gran levantamiento aymara del mismo año que logró rodear la ciudad de La Paz (llevando ecos del levantamiento parecido de Tupaq Katari en 1781) se refieren más a una “República del Kollasuyo” (ver Ticona 2003).

La propuesta por una “nación aymara” ya conformó parte del replanteamiento del modelo político del estado boliviano en las pugnas de las poblaciones de El Alto en el gran levantamiento aymara del año 2003, y en la demanda por las autonomías indígenas aymaras en la Asamblea Constituyente (2006-2007), bajo la presidencia del aymara Evo Morales.

En este proceso uno de los puntos de referencia para la reconstrucción actual de los ayllus y confederaciones aymaras en una nueva Bolivia ha sido los mapas de las confederaciones aymaras históricas del siglo XVI, como un momento propio en los albores de la invasión que habría que recuperar.

LA REGIÓN AYMARA Y SU POBLACIÓN

Mapa

Mapa: La distribución actual de las familias lingüísticas de aymara
y quechua (Heggarty 2008: 39, Fig.3).

Aymara Bolivia Aymara Chile Aymara Perú

La lengua aymara hoy es hablada por unos dos millones de hablantes ubicados en los países de Bolivia, Perú, Chile y Argentina. Se lo habla en el nor-oeste y la parte nor-central de Bolivia (sobre todo en la ciudad de La Paz, la zona lacustre del lago Titicaca y la mayor parte de del Altiplano), en el sur de Perú (en los departamentos de Puno, Tacna, Moquegua y Arequipa y toda la zona lacustre), en el norte de Chile (en la sierra fronteriza con Bolivia como en las ciudades de Arica, Iquique y Antofagasta), y la parte norte de Argentina (en la sierra jujeña y salteña, y en las provincias del mismo nombre), además de la población migrante en la ciudad de Buenos Aires.

En términos del número de hablantes de aymara la tendencia actual es de una disminución dramática, debido a las políticas educativas y socio-políticas en el país durante más de una década que promocionan el socialismo más que el indigenismo. La cifra de hablantes de aymara, según el último censo de 2012, ha disminuido dramáticamente en relación a los censos anteriores: de 1.462.285 o 20,97% de la populación nacional, en 2001, a 1.021.513 o 10,60%, en 2012. A estos datos habría que sumar otro medio millón en el Perú y unos 20.000 en Chile, sin mencionar a quienes se sienten aymara aunque ya no hablan esta lengua. Y nótese que esta disminución en el número de hablantes de las lenguas nativas está acompañada por un menor sentido de autoidentidad de los encuestados con un pueblo indígena, de 62% (versus 41% que no se identificó) en el censo de 2001 a 38% que se identifica versus 58% que no se identifica en el censo de 2012, es decir, invirtiendo los porcentajes anteriores (Arnold 2015).

Pero a pesar de estas tendencias preocupantes en las cifras poblacionales de los hablantes, se nota una marcada expansión en el territorio donde se habla aymara, desde las migraciones masivas de los años 50 de las áreas rurales a los centros urbanos en adelante. Actualmente los aymara hablantes, al igual que los quechuas, habitan en casi todo el territorio nacional de Bolivia, incluso en los departamentos de Beni, Pando, Santa Cruz. Además, con la globalización económica de las últimas décadas, los hablantes aymaras en busca de trabajo han emigrado a los países vecinos de Argentina y Brasil, y más allá, a los EE.UU., y a España y otros países europeos. Como resultado, se hallan fiestas, música y bailes aymaras (carnavales, la morenada, la diablada) en varias partes del mundo.

Si bien la región aymara está dividida políticamente por las fronteras nacionales entre el Perú, Bolivia, Chile y Argentina, la comunidad de hablantes tiene mucho en común en su lengua como en su cultura, y las diferencias dialectales son mínimas así como las diferencias culturales.

En su gran mayoría, los hablantes aymaras en los países andinos son bilingües en castellano y algunos son trilingües con la adición del quechua y en algunos casos del uru. Sólo algunas personas mayores son monolingües en esta lengua.

LA LENGUA AYMARA

1. Características lingüísticas

Cargadores

Cargadores de las altas montañas de Bolivia (1876)
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Aparte del quechua, el aymara es la segunda lengua más difundida en la región andina. El aymara es un idioma polisintético. Su fonología cuenta con 26 fonemas consonánticos, tres vocálicos (a, i, u) y un alargamiento vocálico; las consonantes presentan tres modalidades (simples, aspiradas y glotalizadas) y no hay secuencia de vocales. La mayoría de las relaciones gramaticales queda definida más por la morfología que por la sintaxis, mediante dos elementos básicos: raíces y sufijos. La sintaxis de la oración corresponde a la secuencia Sujeto-Objeto-Verbo (SOV).

La palabra aymara más larga que el lingüista Juan de Dios Yapita ha podido identificar, es:

ARUSKIPT'ASIPXAÑANAKASAKIPUNIRAKISPAWA.

cuyo significado es "Estamos obligados a comunicarnos porque tenemos el habla".

2. Postulados lingüísticos

Tari

Según los estudios de Martha Hardman y otros (1988: 16-20), el aymara tiene cuatro postulados lingüísticos que un hablante de esta lengua toma por sentado, en sentido de “ideas y conceptos que se extienden por todo el idioma, entrecruzándose en todos sus niveles gramaticales, que se integran a la estructura semántica y caracterizan la visión aymara del mundo”. Estos postulados son:

  1. Las cuatro personas del aymara;
  2. La diferenciación gramatical entre lo humano y lo no-humano;
  3. El concepto característico del espacio y tiempo; y
  4. La categorización o configuración del movimiento, tanto en verbos como en nominales.

3. La familia lingüística aymara

Tupe Mujer aymara

Paralelamente con la familia lingüística quechua se habla ahora de una “familia lingüística aymara” (término de Cerrón-Palomino, 2002), lo que corresponde “al grupo aru” (según Torero), al grupo jaqi (según Hardman) y a la “familia aymaran” (de Adelaar y Muyksen 2004). La familia lingüística aymara está compuesta por dos ejes: la “variante central” que se habla en el Perú central, y la “variante sureña” del aymara que se habla en la región altiplánica de Bolivia, el sur de Perú, y el norte de Chile y de Argentina. La “variante central” está compuesta por el jaqaru y kawki; estas lenguas emparentadas con el aymara se hablan actualmente en las provincias de Yauyos, a unos 250 km. al sur de Lima, Perú. La “variante sureña” incluye los dialectos que se hablan en Huancané, Oruro, Tiwanaku y el Altiplano, y en los Yungas bolivianos en general. Sólo Torero (2002: 126-31) ha intentado esbozar los rasgos de otros nexos perdidos del aymara, en los dialectos históricos que caracterizaban toda el área sur-central de Perú, entre los dos grupos que conocemos hoy. Se puede escuchar los sonidos de las distintas variantes de aymara en el sitio web de Paul Heggarty.

Para poder entender las relaciones entre estas variantes dentro de la familia lingüística aymara se debe recurrir a los estudios más recientes de la lingüística histórica andina. Uno de ellos es el desarrollado por Heggarty y otros (s.f.), disponible en su Homepage y quechua.org.uk. Actualmente se prefieren analizar estas relaciones intrafamiliares a través de una historia de “redes” y “oladas” graduales de cambios lingüísticos a lo largo de los Andes, en tanto que los estudios anteriores favorecían la existencia de “árboles” de lenguas con divergencias más marcadas. Esta idea de redes y oladas se aplica ahora tanto a la historia del aymara como del quechua.

En este escenario, las instancias de las variantes centrales (jaqaru y kawki) y las sureñas (Huancané, Oruro y Tiwanaku) del aymara tienen poca diversidad entre ellas y, por tanto, son inteligibles entre sí. El entrelazado entre las variantes norteñas es de 93% y de las sureñas es entre 88 y 92%, pero al parecer la variante central es poco inteligible para los hablantes de la variante sureña, con una divergencia de unos 50%, que es más que la divergencia entre todas las diferentes variedades de quechua. Cerrón (2000: 41) compara estas diferencias entre las variantes centrales y sureñas de aymara con aquélla entre francés y español, y Heggarty (2008: 40) plantea un período de separación de unos dos milenios para resultar en una divergencia de esta magnitud, que es del mismo orden al de las diferencias entre las diferentes ramas de quechua.

Hoy, existen aproximadamente 2.000 habitantes de jaqaru en la comunidad de Tupe (Depto. de Lima, Prov. Yauyos), una zona donde casi todos los de la comunidad continúan hablándolo; a esta variante a veces se le llama “tupiño”. Del kawki quedan sólo unos 20 hablantes ubicados en las comunidades de Chavín, Canchán y Cachuy (Depto. de Lima, Prov. Yauyos), todos ya ancianos. La información sobre estas variantes centrales del aymara, que incluyen al jaqaru y el kawki, se halla en el Homepage de Martha Hardman. Hardman tiene también otros sitios web sobre el jaqaru y sobre el kawki.



LA HISTORIA LINGÜÍSTICA DEL AYMARA

En los primeros años del siglo XX, sabemos que las lenguas aymaras tuvieron una distribución mucho más amplia e incluía por lo menos Canta al norte de Lima, otros pueblos del valle de Yauyos y una parte de la provincia de Huarochirí.

1. La distribución prehistórica del aymara

Adelaar

Mapa: Distribución de las lenguas aymaras (y uru-chipayas) Adelaar y Muyksen (2004: 260, Mapa 6).

La evidencia arqueológica y lingüística (de topónimos y también según los relatos de los cronistas españoles) señala una distribución aún mayor de la familia lingüística aymara en tiempos prehistóricos, desde las alturas de Lima hacia Ancash en el norte (y así tal vez a una relación con la cultura de Chavín), en partes de la costa del Perú actual, en la región de Cusco (donde la palabra “Qhusqu” es aymara) y Apurímac (que incluye la provincia de Aymaraes), en toda la parte meridional de Perú y hacia el sur de la Bolivia andina actual.

 

2. Aymara como la “lengua secreta” de los inkas

Aguayo

Túnica incaica
www.lablaa.org
John Weinstein, © The Field Museum Inca (AD 1400-1532), Región de Lima, Perú.

Varias fuentes proponen además que las élites incaicas hablaban una forma de aymara (con algunas influencias de pukina también) como su “lengua secreta” (ver Cerrón 1999, 2004; Torero 1994, 2002: 141-6). Un canto recogido por Betanzos en esta lengua se caracteriza por una mezcla de aymara y posiblemente pukina.

1

Inqa Yupanki,

Ynga Yupangui,

Inca Yupanqui,

2

inti-na yuqa.

indin yuca.

hijo del sol.

3

Suraya marka

Sulay malka

A los soras

4

chimpu-ra-ya-i,

chimbulayi,

les puso borlas;

5

suraya marka

sulay malka

a los soras

6

aqsu-ra-ya-i.

axculayi.

les puso sayas.

7

Ha, way, way;

¡Ha, waya waya;

¡Tanarara,

8

ha, way, way.

ha, waya, waya!

tanarara!

Versión de Cerrón Palomino archivo revistandina.perucultural.org.pe, con una transcripción actualizada abajo:

Inka Yupanki, intin yuqa,

Inka Yupanki, hijo del sol,

Sulay malka, chimpulayi,     

A los soras les puso borlas

Sulay malka, axsulayi.

A los soras les puso sayas

Ha, waya waya, ha, waya, waya!

¡Ah, waya waya, Ah, waya, waya!

3. Los motores de la expansión del aymara

Heggarty

Figura de Heggarty (2008: 44, Fig. 4) del grado de diferencia entre 20 variantes de quechua y aymara en un listado de 150 palabras básicas, representado en NeighborNet y basado en la cuantificación de su divergencia en semántica lexical.

Entonces, una pregunta pendiente para los nuevos estudios de la lingüística histórica busca los factores en juego o “motores” relevantes en la expansión prehistórica del aymara (que ha podido reeemplazar otras lenguas, sobre todo la pukina en la región lacustre y el sur), como también por la reducción prehistórica e histórica del territorio actual donde se habla aymara (Heggarty 2008). La respuesta a esta pregunta debe recurrir también a la historia de la familia lingüística quechua, puesto que a menudo el desarrollo territorial del aymara ha sido seguido prontamente por el desarrollo del quechua, y de esta manera sus historias ha sido sumamente interrelacionadas.

De hecho, otro tema de debate en la lingüística histórica andina ha sido la relación genética entre aymara y quechua. A pesar de la teoría sobre un posible proto-lengua en común: el llamado “quechumara” (Cerrón 1994), la evidencia actual refuerza más una teoría de convergencia, donde se plantea que los aspectos similares --en los sistemas fonológicos y gramaticales-- se deben a la coexistencia por siglos (hasta milenios) entre ambas lenguas. Ver la figura de Heggarty. La convergencia fonológica es más evidente en el área de la aspiración y la globalización. En la gramática, algunos de los sufijos oracionales que son requeridos en aymara pasaron al quechua como opcionales.

4. Las influencias del aymara en el castellano andino

Rieles

Fuente: Rap aymara
http://graphics8.nytimes.com

Otras influencias similares entre quechua y aymara puede observarse en el castellano andino, por ejemplo en nops- (en que n = no pues) y sips (en que s-= sí pues), en que ps juega papel de sufijo (ver también Hardman 1985).

Con el contacto histórico entre castellano y las lenguas andinas, hubo influencias por ambas vías, y la variante regional que llamamos “castellano andino” ha sido muy influida por otros rasgos gramaticales de estas lenguas. Las influencias del aymara en el castellano andino, se ven tanto en el léxico (soroche, chaqui, charque, chapaca) como en el uso característico de los tiempos verbales, en que el marcar la fuente de datos y la cuestión del conocimiento personal o no del hablante, es clave (ver además Hardman 1982).

5. Los posibles orígenes del aymara

Dittmar

Dendrograma mostrando las relaciones craneomérricas entre 29 grupos indígenas prehispánicos proceden/es de América del Sur según la distancia de forma de Penrose,

Fuente: Dittmar (1996: 244, Fig. 6).

Hardman

Mapa de la expansión de las lenguas andinas, según la interpretación de Hardman (2007).

En las décadas anteriores, se tuvo un animado debate sobre los orígenes del aymara, desde tres posiciones teóricas. En tanto que Alfredo Torero (1972) y sus seguidores vieron un origen de esta lengua en la parte central del Perú, y por tanto la expansión del aymara desde allí, Teresa Gisbert (1987) y otros, en base a algunos cronistas, plantearon un origen desde el sur (desde la región de Copiapo), con una expansión al norte, en tanto que Lucy Briggs (1994) percibió un patrón de expansión desde el núcleo de Tiwanaku.

Según la mayor parte de los estudios hoy, tanto arqueológicos como lingüísticos, ambas familias de lenguas, quechua y aymara, tienen su origen en una determinada región en común de lla parte central de lo que es actualmente Perú (ver Heggarty 2008). Este sitio fue probablemente en la sierra, aunque Torero y Cerrón favorecen un sitio costeño (Cerrón 2003: 22, Torero 2002: 46). Arqueológicamente se reconoce la posibilidad del origen de ambas lenguas, en una forma pre-proto, sean aymara o quechua, en sitios como Caral-Supe (3000-1600aC) o quizás Chavín (900aC – 200 dC) (Cerrón 2003: 22). Se favorece también los grandes horizontes arqueológicos con su mayor unidad cultural y geográfica, sobre todo el Horizonte temprano, como los motores para la expansión de ambas lenguas. Torero (2002: 126-31) también propone que se hablaba una forma temprana de aymara en sitios costeños como Nasca y Paracas y que desde allí hubo una expansión al norte a la región de yauyos y al sur a la región de Ayacucho.

Sobre todo, es la cultura de Wari (550-1000 dC) en el Horizonte Medio que es la favorita actual entre los estudiosos, desde Torero en adelante, como el motor de la gran expansión del aymara como una lingua franca hacia el norte como hacia el sur. Quizás esta expansión se debe a la influencia de los pastores por excelencia y los guardianes de las caravanas de llamas que manejaban el comercio entre Wari y sus periferias, proceso que fue seguido por los agricultores quechuas con sus nuevas técnicas de riego y andenes en la producción de maíz. Es tal vez la caída de Wari también que resultó en el ceder del territorio aymara a la llegada del quechua. Cerrón (2000: 294) habla de una tercera expansión de aymara hacia el sur, desplazado por el quechua, en el período Intermedio tardío, desde la región del grupo de los Aymaraes en el Apurímac (que también podría haber dado el nombre aymara), pero no nos da detalles del motor detrás de esta expansión. Con el Horizonte tardío, este efecto intensificó, y con la expansión incaica, el territorio aymara se dividía totalmente en dos, una parte hacia el Norte y otra hacia el sur.

Pero muchos de estos estudios, e incluso los nuevos trabajos sintéticos de Heggarty, asoman el problema de la etnogénesis aymara desde perspectivas muy monolíticas, en que se busca la relación entre una lengua y una cultura, cuando en realidad, es más probable que las sociedades andinas eran multilingües. En algunos estudios recientes desde la arqueología física centrados en la microevolución de poblaciones aymaras, se dan reto a esta perspectiva monolítica. Por ejemplo, en los estudios de Dittmar (1996) y Rothhammer y otros (2004), se comparan los restos de poblaciones cuyos asentamientos están ubicadas en los territorios de los aymara hablantes de hoy, además de las poblaciones aymara hablantes actuales, y se les comparan con otras poblaciones indígenas de Sud Ameríca. Los resultados del análisis de ADN son interesantes, aunque muy preliminares y basado en pocas muestras. Por ejemplo, se indica una gran variación antropológica en las poblaciones aymaras. Dittmar (Ibid.) indica que hubo por lo menos tres oladas de poblaciones que volvían aymara hablantes. Una de ellas venía del Norte, de las tierras altas de la parte central de Perú, para ocupar la cuenca lacustre de Titicaca, aunque los aymaras bolivianos también tienen similitud con algunos pueblos amazónicos. Otra venía del sur, de la región amazónica brasileña, a la región oriental del lago Titicaca. Y la tercera venía del noroeste de Argentina a la región meridional del lago Titicaca. Algunos grupos de aymaras continuaron sus migraciones desde la cuenca lacustre hacia la precordillera y los valles en el norte de lo que ahora es Chile, para entrecasarse con las poblaciones indígenas de la costa y más tarde con los españoles. En los hechos, la estructura genética de las poblaciones chilenas aymara hablantes es muy distinta a aquella de los aymaras de Perú y Bolivia (lo que confirma en Rothhammer y otros, Ibid.), y hay más mestizaje entre ellos. Esta evidencia también sugiere que algunos grupos aymaras entrecasaron con los pobladores de la civilización de Tiwanaku.

Si este nuevo planteamiento arqueológico es correcto, entonces cada grupo de estudiosos con sus teorías distintas sobre el origen del aymara tiene razón. Además, se confirma que los aymaras no eran un tribu en común, sino diversas poblaciones que llegaron a hablar la misma lengua.

6. Los aymaras y la civilización de Tiwanaku

Maoa

Mapa: La extensión de los imperios Wari y el incaico
(Heggarty 2008: 38, Fig. 2)

Mapa

Mapa: Las posibles secuencias de expansión de las familias lingüísticas aymara y quechua (Heggarty 2008: 47, Fig. 6)

Aquel debate es muy pertinente en el contexto de la pertenencia lingüística de los pobladores de Tiwanaku (ca. 200dC-1200dC). Esta civilización se ha asociada tradicionalmente con los aymaras, sobre todo en la opinión de las poblaciones aymara hablantes actuales de la región, pero además por los intereses nacionalistas de los arqueológicos de MNR ligados a la Revolución boliviana de 1953, quienes buscaron fundamentos para plantear un origen nacionalista en común. En contra de esta idea, muchos lingüistas (entre ellos Torero y Cerrón) sostienen que Tiwanaku fue más probablemente pukina hablante, y que sólo en sus últimas etapas contaba con una presencia de poblaciones que hablaron la variante sureña del aymara. Su argumento lingüístico es que los niveles de diversidad de esta variante del aymara son demasiado limitados para justificar una presencia en la región el Altiplano sureño antes del período Intermedio tardío.

Entre muchos historiadores, es también común plantear la idea de que Tawantinsuyu tuvieron orígenes aymaras, que sus ancestros procedían de Titiqaqa y que gente de Tiwanaku, incluso sus picapedreros, fundaron el Cusco. Esta relación entre los supuestos originarios de la tierra y los grupos de invasores posteriores en la región de Cusco, podría haber dado luz a la oposición alcauiza-inca, que menciona Duviols (1997).

7. Los llacuaces, los huari y los aymara

Llamas

Foto de ILCA

En todo este escenario prehistórico e histórico es posible que las diversas poblaciones aymaras, en su condición de pastores de camélidos y guardianes de las caravanas de llamas, jugasen un papel clave en vincular los centros emergentes de comercio con sus periferias. Quizás se trata de una especie de batidor o vanguardia intercultural con la capacidad de mudarse y trasladar los varios bienes con más eficiencia que los agricultores quechuas, más sedentarios, todo ello mediante la lengua en común que se aprendían como una especie de lingua franca comercial de la época. Aun así, ambas poblaciones, de pastores y agricultores, eran dependientes mutuamente; el desarrollo de la agricultura andina nunca habría sido posible sin el abono de los animales de las alturas.

¿Cuál era la naturaleza de las relaciones históricas entre estos pastores y agricultores? Se sabe de este tipo de nexo entre poblaciones en las referencias históricas a un fenómeno atribuido al Horizonte Medio: la relación de interdependencia y dualismo, a veces pacífica y otras veces bélica, entre los llacuaces, gente de las alturas, y los huari, gente de los valles (Duviols 1974, 1986). Por ejemplo, las referencias de los siglos XVI y XVII mencionan las invasiones de pastores del grupo Yaru hacia las poblaciones quechua hablantes de los valles de Huarochirí, en la sierra de Lima (Arnold y Yapita 2004). Es este escenario, los huaris eran supuestamente herederos de la expansión wari (sus antiguos pobladores y agricultores) y los llacuaces, los pueblos de pastores de puna provenientes de la sierra central. Estas fuentes históricas complejizan el escenario lingüístico. En este caso, se supone que los Llacuaces eran aymara hablantes y los huari quechuas.

De todos modos, no nos parece útil pensar en las civilizaciones andinas del pasado como si fueran “monolingües”, siguiendo la lógica de las naciones-estados del siglo XIX. Más probablemente los centros administrativos de las civilizaciones andinas tuvieron que manejar simultáneamente poblaciones multilingües, dispersas y variadas, encargadas con el flujo de la producción de los diferentes pisos ecológicos de sus periferias hacia su centro. Este fenómeno también explica la necesidad del grado de contacto entre las diferentes lenguas. Nos lleva nuevamente a la propuesta de Kolata (2004) en torno a Tiwanaku tardío, en que los pukinas (y/o quechuas) eran los agricultores, los aymaras los pastores y los urus los pescadores de los ríos y áreas lacustres. Quizás en este sentido el aymara como lengua expandió primero en territorios nuevos, seguido por los agricultores de habla quechua.

HISTORIA DE LOS ESTUDIOS LINGÜÍSTICOS DEL AYMARA

1. El período colonial


Tapa Bertonio

Tapa de la edición facsímile del Vocabulario de Ludovico Bertonio de 1994.

Durante la colonia, la Iglesia tuvo más interés en usar las lenguas andinas, por ejemplo el aymara, como vehículos de conversión, en tanto que el Estado prefería saltar directamente al castellano. En los primeros materiales de adoctrinamiento, impulsados en los Concilios Limenses del siglo XVI, por primera vez se intentó normalizar el aymara, para mayor control del léxico de la evangelización. Otros eclesiásticos estudiaron las lenguas andinas, basándose en los fundamentos gramaticales del latín. Ludovico. Bertonio SJ, en su Arte breve de la lengua aymara, Gramática aymara y otras siete obras (1603-1612), se centró en la variante aymara de los Lupaqa. En 1616, Diego Torres Rubio SJ escribió un Arte de la lengua aymara. En general, el período colonial se caracteriza por los intentos de adoctrinar a los hablantes con sus propios escritos, más que apreciar cualquier valor lingüístico y cultural de los textos andinos en su propio derecho.

2. El período republicano

Acta

El Acto de la Independencia de Bolivia, en aymara.

En las repúblicas andinas, la lengua aymara escrita en el alfabeto latino fue incorporada en el proyecto criollo de integración nacional a través de la escritura, por ejemplo en traducciones de la “Declaración de Independencia”; lo mismo ocurrió en la Revolución boliviana de 1952. El interés en la lengua aymara como objeto de estudio comenzó en el siglo XIX, con las descripciones culturales y lingüísticas de viajeros y etnógrafos de la época (Forbes, Middendorf).

 

   

3. El período moderno

Monolito

El Monolito Bennett en El Prado, en los años 1940s.

Este proceso aceleró en los inicios del siglo XX (con los trabajos de Bandelier y la obra monumental de Rivet y Créqui Montfort), y en los años 40s con estudiosos de los EEUU. (Tschopik, La Barre, Sebeok). También hubo una gama de estudios religiosos sobre el aymara en todo este período (desde los bolivianos Soria Lens y Beltrán a los extranjeros Aguilo, Albó, van der Berg y van Kessel).

Los esfuerzos de los aymarólogos nacionales (Tarifa Ascarrunz y Lanza Ordóñez) de sistematizar la ortografía y unificar el alfabeto del aymara, recibió un apoyo mayor con la creación en 1965 del Instituto Nacional de Estudios Lingüísticos, INEL, dependiente del Ministerio de Educación y Cultura, y en los años 70 de SENALEP (Servicio Nacional de Alfabetización y Educación Popular), con su Plan Nacional de Alfabetización, en que se enseñaban una educación bilingüe en esta lengua.

4. Los estudios lingüísticos modernos

Florida

Abiword

Hiphop

Fuente: hiphoparchive.org
http://hiphoparchive.org

Los estudios de la lingüística moderna sobre la familia lingüística aymara comenzaron con la obra de Matha Hardman sobre la lengua emparentada con el aymara: Jaqaru (1983). Luego, en 1988, apareció la primera edición en castellano de Aymara: Compendio de escritura fonológica y gramatical por M. J. Hardman y otros, que sirvió como la base lingüística para el desarrollo de muchos estudios gramaticales posteriores escritos por los propios aymaras (ver p. ej. Gutiérrez M. 2007). Esta gramática fue revisada y actualizada por Hardman en el libro Aymara (2001a). Entre los esfuerzos de los lingüistas de los países andinos habría que destacar los trabajos de Alfredo Torero, en especial el libro Idiomas andinos – lingüística e historia (2002); también el de su estudiante, Rodolfo Cerrón-Palomino con su Lingüística aymara (2000). Para un resumen de los estudios sobre aymara hasta la actualidad ver también la bibliografía en Fabre (2005) y la descripción comentada en Adelaar y Muyksen (2004).

Asimismo, la obra El idioma aymara: Variantes regionales y sociales (1994) de Lucy Therina Briggs abrió el campo de los estudios dialectales de esta lengua.

Otra tendencia actual en los estudios lingüísticos andinos, que ya mencionamos, es la llamada “nueva síntesis”, un intento de repensar la lingüística histórica comparada para poder vincular la arqueología andina con los estudios lingüísticos de la región, y así averiguar mejor la relación entre los orígenes y expansión de las lenguas como el aymara, y qué civilizaciones del pasado podrían haber hablado esta lengua. En este punto, los trabajos de Paul Heggarty (2007, 2008) son pertinentes.

Actualmente, contamos con programas del aymara en el Internet, por ejemplo, el sitio de la Universidad de Florida, y el de traducción de word al aymara en Abiword. También se cuenta con programas de traductores al aymara, por ejemplo, el conocido Traductor Multilingue Atamiri, proyecto de software de traducción desarrollado por Iván Guzman de Rojas; según su autor este traductor usa al aymara como lenguaje intermediario. Existe también el Freelang,sitio de voluntarios con mucha información y diccionarios de lenguajes. El diccionario de aymara creado aquí por Eduardo Sadier tiene más de 5000 entradas.

Si se tiene interés en juegos para niños en aymara se puede visitar el sitio Khititsa nayaxa?, uka yatiqawi, o la versión aymara del KIDLINK, una organización educativa con sede en Noruega.

El aymara se habla también en el lenguaje del Hip hop.

LA ESCRITURA AYMARA

1. Textiles y chinu, glifos y tocapus

Quipus

Kipu moderno. Archivos de ILCA.

Grifos

Glifo en forma de espiral,
de Ibarra Grasso (1953: Lám. XXI)

Hay otro debate en la actualidad sobre la naturaleza histórica de la escritura aymara. ¿Existen o no rasgos de un sistema propio de escritura aymara? ¿Podemos ver rasgos de esta escritura en los textiles andinos, en las figuras del arte rupestre, en los glifos o tocapus coloniales, o en los chinu, equivalentes aymaras a los kipus manejados en quechua? Estas preguntas son claves para poder entender también la naturaleza de los textos aymaras e incluso de la literatura aymara.

El arqueólogo argentino Dick Ibarra Grasso, en su libro Escritura andina (1953) plantea esta posibilidad, centrándose en los glifos coloniales, republicanos y modernos. Otra tendencia en los estudios sobre la escritura aymara ha sido el uso de los chinu (o kipu) o los textiles andinos, como el soporte escritural de base, sobre el cual se desarrolla una elaboración posterior de la voz. Los trabajos de Gordon Brotherston, en su América indígena en su literatura (1997), analiza la literatura y la poética andina, lo que incluye la literatura aymara, según la propia textualidad andina, como hace también Galen Brokaw (2002, 2003) y otros en sus estudios sobre la obra de Guaman Poma de Ayala. Los estudios de Arnold y Yapita (1998; Arnold, comp. 1992), buscan maneras de expresar en la página las fuentes textuales propias del aymara en el textil.

2. El uso del alfabeto latín para escribir el aymara

Senalep

Tapa de un libro de Senalep de 1984.

Los abordajes más convencionales a la escritura aymara se centran en el uso del alfabeto latino, para poder redactar la lengua aymara. Comenzando con los eclesiásticos de la colonia, L. Bertonio (1603) y D. Torres Rubio (1616), se aplicó este alfabeto latino al aymara. Un estudio de la literatura aymara según esta perspectiva se halla en Albó y Laymi (1992).

En el período reciente, tanto los aymarólogos como los religiosos han experimentado con por lo menos treinta diferentes formas del alfabeto para poder expresar el aymara. Hasta la fecha, se ha desarrollado por lo menos 30 alfabetos de este tipo. Para un resumen sobre las características de estos alfabetos distintos ver el trabajo de Félix Laymi: Desarrollo del alfabeto aymara (1980). Para una comparación entre los alfabetos de aymara, jaqaru y kawki, ver Hardman (2001b).

Desde la conformación de INEL (Instituto Nacional de Estudios Lingüísticos) en 1965, se ha podido sistematizar un alfabeto moderno apropiado para la lengua aymara, comenzando con aquel de Yapita (1973), lo que se ha oficializado como el Alfabeto Único (de quechua y aymara) en el año 1984 (mediante D.S. 20.227), con la única diferencia del uso de la "h" para sonidos aspirados en vez de la doble comilla.

Con los trabajos de INEL y SENALEP en los años 70 y 80, se ha desarrollado el registro escrito del aymara para tomar en cuenta la elisión vocálica tanto en la prosodia de esta lengua como para marcar la diferencia entre objetos directos e indirectos, lo que tuvo éxito en su aplicación. Sin embargo, con la Reforma Educativa de 1994, se optó por un registro escrito del aymara que ya incluía las vocales finales, bajo el argumento de las supuestas similitudes entre el aymara y el quechua (donde no existe la elisión vocálica), como resultado de su origen en común, teoría ya descartada. Sin una formación docente apropiada, este nuevo registro comenzó a producir en el aula una “pronunciación escrita”, donde se ignoró la prosodia de la lengua y la marcación del objeto. Por estas razones, recuperamos el registro escrito de INEL y SENALEP en nuestros materiales del curso.

3. El alfabeto aymara

Estudios
Estudios

El sistema fonológico del aymara, como se demuestra en el cuadro fonológico en la “Gramática general”, tiene:

- 26 consonantes
- 3 vocales: a, i, u, y
- el alargamiento vocálico, representado con la diéresis (¨): ä, ï, ü.

Actualmente, el orden de los sonidos de la signografía aymara se escribe así:

LETRA NOMBRE DE LA LETRA LETRA NOMBRE DE LA LETRA LETRA NOMBRE DE LA LETRA
a a l la r ra
ä ä ll lla s sa
ch cha m ma t ta
chh chha n na th tha
ch' ch'a ñ ña t' t'a
i i p pa u u
ï ï ph pha ü ü
j ja p' p'a w wa
k ka q qa x xa
kh kha qh qa y ya
k' k'a q' q'a    


FUENTES GRAMATICALES

Compendio Aymara Dinámica Aymara

En la preparación de los contenidos del sitio Ciberaymara se ha recurrido a varias fuentes gramaticales y didácticas. La fuente gramatical primaria que usamos fue Aymara: Compendio de escritura fonológica y gramatical (Hardman y otros, 1988), que se puede consultar en el Internet y descargar en formato .pdf (ver la Bibliografía). También recurrimos a algunos materiales gramaticales de apoyo escritos por Hardman en su sitio web, denominado Aymara en Línea (NEXO: http://orb2.at.ufl.edu/Aymara/). Las fuentes gramaticales secundarias que consultamos fueron: Lingüística aymara (Cerrón, 2000) y la Gramática de la lengua aymara (Deza Galindo, 1992).

Como fuentes didácticas de la enseñanza de aymara consultamos: Enseñanza del idioma aymara como segundo idioma (Yapita, 1981) y su actualización como Aymara: Método Fácil (Yapita, 2007); y también K’isimira, 1 y 2: Gramática viva de la lengua aymara (Gallego, 1994). Como fuente secundaria didáctica usamos el Curso de aymara paceño (Yapita, 1991). Para revisar la morfología verbal del idioma aymara recurrimos a  La dinámica aymara: conjugación de verbos (Yapita y Noordaa, 2008).

1. Información sobre las variantes regionales

Briggs

Los estudios de Briggs (1993:388) distinguen dos variantes regionales principales y una variante intermedia:

  1. La Norteña localizada a orilla o cerca del lago Titicaca en el altiplano de La Paz  (Bolivia), Juli, Socca y Huancane (Perú).
  2. La Sureña está ubicada a mayor distancia del lago, en los departamentos de Oruro y la provincia Daniel Campos de Potosí (Bolivia).
  3. Las variantes intermedias de Calacoa y Sitajara que están localizadas en el Perú al sudoeste del lago Titicaca, y comparten ciertos rasgos con las variantes norteñas y otras con las variantes sureñas.

Aquí nos centramos en la variante Norteña.

2. Características de la variante optada para el Curso

Frutera

El presente material presenta la variante de aymara que se habla en el departamento de La Paz, por las poblaciones bilingües que circundan el lago Titicaca (Bolivia).  Esta variante tiene las siguientes características:

  1. El habla del aymara de La Paz es reconocida en una extensión territorial mayor que las otras variantes.
  2. Existe varios estudios sobre esta variación.
  3. Esta variación tiene una menor influencia del quechua.

DICCIONARIOS Y VOCABULARIOS AYMARAS

Diccionarios

En el desarrollo del presente Curso recomendamos el uso de los siguientes diccionarios y vocabularios; así como la información sobre el textil y las teorías educativas desarrollados desde el ILCA.

Para la parte histórica el trabajo clave es el Vocabulario de la lengua aymara de Ludovico Bertonio, en su versión original (1984 [1612]) y su transcripción con el alfabeto moderno (1993), publicado por Radio San Gabriel.

Para revisar el vocabulario contemporáneo recomendamos a nivel general el Diccionario práctico aymara-castellano, castellano-aymara, de Manuel de Lucca (1987), el Diccionario aymara-castellano, castellano-aymara de Daniel Cotari y otros (Maryknoll, 1987) y el Diccionario bilingüe aymara castellano de Félix Layme Pairumani (2004).

Vale la pena también buscar los vocabularios aymaras producidos en el Perú, por ejemplo el Diccionario aymara-castellano, Arunakan liwru aymara-kastillanu de Büttner y Condori Cruz (1984), que incluye las variantes aymaras de Chucuito y Huancané; y Kamisaraki. Diccionario aymara-castellano, castellano-aymara de Saturnino Callo (2007), que incluye variantes del habla aymara de Bolivia, Chile, Argentina y Perú.

Para las personas interesadas en el textil ILCA ha publicado dos vocabularios: Los términos textiles aymaras de la región Asanaque: Vocabulario semántico según la cadena productiva, de Yapita, Arnold, Espejo, Aguilar y Yujra (2014) y Los términos textiles aymaras del siglo XVII de la región lacustre, en base al Vocabulario de la lengua aymara por Ludovico Bertonio: Vocabulario semántico según la cadena productiva, de Yapita, Arnold y Aguilar (2014).

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

En relación a la temática educativa desarrollado en Bolivia desde el ILCA les invitamos a revisar: El rincón de las cabezas. Luchas textuales, educación y tierras en los Andes, escrito por D. Y. Arnold y Juan de Dios Yapita et al (2000); De las teorías educativas a las prácticas políticas: Repensar la educación en Bolivia bajo los gobiernos de Gonzalo Sánchez y Evo Morales, de D. Y. Arnold (2015), en: (Comps.) Gabriela Novaro, Ana Padawer & Ana Carolina Hecht, Educación, pueblos indígenas y migrantes. Avances desde México, Brasil, Bolivia, Argentina y España, pp. 89-112.

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Textos digitales de enseñanza de castellano

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Radio San Gabriel

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Diccionarios y vocabulario digitales

Este diccionario se encuentra alojado e implementado en katari.org, sitio web de Silvestre Valencia desde Suecia.

Diccionario español-aymara y diccionario aymara-español

Jayma - Diccionario castellano-aymara y aymara-castellano.

Diccionario por el Prof. Félix Layme Pairumani que incluye las variaciones dialectales de las distintas entradas. Entrar el sitio y seguir los nexos al aymara.

Webster’s Dictionary Aymara-English.

Un diccionario de voces aymaras como extensión del Webster’s.

Transcripción, según el alfabeto único, del vocabulario que compuso Ludovico Bertonio SJ en 1612, basándose en el dialecto Lupaqa del aymara que se hablaba en la provincia de Chucuito. Se considera esta obra lexicográfica un texto de referencia para acercar al conocimiento del aymara antiguo. Vocabulario Aymara->Castellano y Castellano Aymara. http://www.lenguaandina.org/



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http://www.ifeanet.org/
Chungará(Arica)

La revista de antropología y arqueología, que publica la Universidad de Tarapacá, Facultad de Ciencias Sociales Administrativas y Económicas (Arica, Chile). Cuenta también con artículos sobre la lingüística aymara. El sitio en castellano e inglés, tiene árticulos en línea en ambos idiomas del año 2000 al presente.
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_serial&pid=0717-7356&lng=es&nrm=iso



El sitio de Guaman Poma

Un centro digital de investigación de la Biblioteca Real de Dinamarca, Copenhague, sobre la obra de Felipe Guaman Poma de Ayala: El primer nueva corónica y buen gobierno (1615/1616) (København, Det Kongelige Bibliotek, GKS 2232 4°). Facsímil del manuscrito autógrafo, transcripción anotada, documentos y otros recursos digitales:

http://www.kb.dk/permalink/2006/
poma/info/es/frontpage.html